SAT INVESTIGA NEGOCIOS FANTASMAS QUE INVOLUCRAN AL GOBIERNO DE VERACRUZ
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SAT INVESTIGA NEGOCIOS
FANTASMAS QUE INVOLUCRAN AL GOBIERNO DE VERACRUZ
La tarea encomendada a la Auditoría Superior de la
Federación y a la Secretaría de la Función Pública es investigar todo delito en
el que involucran a servidores públicos.
El SAT también debe actuar en esta materia, dado
que los funcionarios involucrados en actos de corrupción cometen, al menos, dos
delitos previstos en el Código Fiscal de la Federación, cuya denuncia compete a
dicha dependencia. Esos delitos son la defraudación fiscal y el lavado de
dinero.
Hace unos días el periódico digital Animal Político
reveló la relación delictiva entre funcionarios del estado de Veracruz y
particulares aliados a ellos, para apropiarse en forma indebida de 645 millones
de pesos del erario público.
La forma de operar fue utilizando prestanombres que
fueran personas de bajo perfil socioeconómico y constituyeron 21 empresas
fantasma a través de las cuales celebraron contratos manipulados con varias
dependencias públicas.
Las empresas no presentaron los servicios ni
entregaron los bienes a los que se comprometieron. Por lo tanto, los organismos
pertinente abrieron expedientes en los que se archivaron tres o cuatros papeles
que en nada cumplieron con los requisitos legales en materia de contratación
pública.
Las empresas emitieron facturas ‘falsas’, las que se
ampararon operaciones inexistentes y que fueron pagadas por las dependencias.
Cabe indicar que la expedición y uso de este tipo de facturas es un delito que
nada tiene que ver con la defraudación fiscal, pero cuya denuncia corresponde
también formularla al SAT.
Algunas de las 21 empresas fantasma están
identificadas en las listas negras del SAT como emisoras de facturas ‘falsas’.
Lo absurdo es que ninguna noticia existe de que las autoridades fiscales hayan
actuado en su contra, lo cual contrasta con la dureza con que se persigue a los
contribuyentes que utilizan las mismas facturas.
En el caso de Veracruz, la apropiación indebida de 645
millones de pesos se materializó, en una primera etapa, cuando el dinero quedó
depositado en las cuentas bancarias de las empresas fantasma, y en un segundo
momento, cuando el mismo se repartió entre los involucrados en la alianza
delictiva. Al no hacerlo, actualizan en su contra el delito de defraudación
fiscal, el cual compete denunciarlo al SAT.
Además, los domicilios fiscales de las mismas, son
casas particulares, tienditas y talleres mecánicos, en los que las personas que
estaban en lugar, negaron ser socios de las empresas y afirmaron que nunca
recibieron ningún contrato del gobierno estatal.
Estas empresas, que estaban registradas en el padrón
estatal de proveedores, recibían vía adjudicaciones directas o licitaciones
cerradas contratos para entregar al gobierno productos destinados a familias de
escasos recursos y a damnificados de desastres naturales.
Sin embargo, el gobierno estatal no mostró constancia
de que los productos hayan sido efectivamente entregados y en ningún momento se
cercioraron de que las empresas de verdad existieran en el domicilio fiscal
registrado.
También se reveló que algunas de las 21 empresas que
participaron en esta trama para desviar recursos, se encontraban en la lista
negra del Servicio de Administración Tributaria (SAT) por emitir facturas
falsas.
El gobierno veracruzano ha negado las acusaciones,
escudándose en que dichas empresas presentaron su documentación en regla, tanto
ante el SAT como ante notarios públicos.
Sin embargo, dichos notarios han sido militantes del
Partido Revolucionario Institucional (PRI) o fueron nombrados por el propio
Javier Duarte o su predecesor, el también priísta, Fidel Herrera.
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